Análisis Destiny (PS4)

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Camino de convertirse en leyenda
Por Manuel Gimeno 12 septiembre, 2014

Esperado por muchos y encumbrado casi desde su anuncio por otros, Destiny lleva sobre sus espaldas la pesada carga de ser uno de los títulos que representen todo aquello de lo que es capaz de hacer esta nueva generación de consolas. Responsabilidad buscada por la inversión realizada, una de las más elevadas de la corta historia que dispone esta industria; aunque también por toda la serie de promesas y expectativas que Bungie ha ido generando con el devenir de los meses. Y es que, aquellos que en su momento revolucionaran este sector con Halo, parecían querer volver a captar la mirada de todo el mundo con una propuesta que cambiara la forma de disfrutar del videojuego aunando para ello varios géneros.

Aunque, desde luego, los argumentos que ha esgrimido Bungie para provocar todo esto entre el público van más allá de simples declaraciones o escuetos vídeos. Tanto la versión Alpha como la Beta de juego sirvieron como piedra de toque para todos aquellos jugadores que se sentían atraídos por la propuesta, ayudando a provocar a posteriori que el juego se convirtiera en el más reservado de la historia como nueva propiedad intelectual. 4,3 millones de usuarios de todo el mundo tuvieron acceso en concreto a la Beta, desprendiéndose de aquel evento unas primeras impresiones generales muy positivas que no hicieron más que aumentar las expectativas antes de la salida del juego el pasado día 9 de septiembre.

La acción, la personalización y el juego en cooperativo, junto con el impactante apartado artístico y sonoro enmarcado dentro de una temática de ciencia ficción muy bien cuidada, fueron los principales hechos que reforzaron unos cimientos de atención que hasta entonces, tal vez, se habían sostenido un poco en el aire. Bungie parecía haber dado en el clavo y los jugadores daban su bendición mientras tan solo faltaba que los días pasaran para confirmar todas aquellas buenas sensaciones. Ahora, después de varios días de juego intenso, os contamos hasta qué punto Destiny cumple con todo lo que se espera de él.

El primer contacto que tendremos con el juego nos abocará de forma directa a uno de los aspectos que lo dotan de cierto componente MMO, como es la creación del personaje mediante la elección primero de la clase y luego de las razas. Como fuimos comentando en los diferentes avances e impresiones realizadas, Bungie nos ofrece la posibilidad de elegir entre el Titán, especializado en el combate directo; el Hechicero, con un gran poder a larga distancia; y el Cazador, cuya versatilidad será el reclamo perfecto para los más indecisos. Una elección importante, desde luego, aunque, como hemos podido comprobar y sospechamos ya en la Beta, no lo es tanto como se podría haber esperado, y en líneas generales obtendremos personajes con valores similares cuya diferencia radicará en los ataques cuerpo a cuerpo y el especial, denominado Súper Carga.

La siguiente elección viene siendo meramente estética, aunque nos presenta tres de las razas que, de alguna manera o de otra, tendrán importancia dentro de la historia que nos ofrece Destiny. Humano, Exo o Awoken serán las tres que podemos elegir, decantándonos por la apariencia de nuestra especie, por una estética alien o eligiendo como representante a un robot beligerante, respectivamente. En estos primeros compases descubrimos una de las virtudes de Destiny, y es la sencillez de navegación y la claridad en la ordenación de opciones que dispone el juego en sus niveles. Sobre todo nos daremos cuenta de ello cuando dispongamos de un arsenal variado y extenso en el que, de un simple vistazo, podremos elegir aquello que nos convenga sin demasiados quebraderos de cabeza.

Una vez creado nuestro Guardián, es cuando daremos comienzo a la aventura que supone Destiny. Bungie demuestra tener claro desde un primer momento que para edificar toda una estructura jugable primero era necesario asentar unas bases argumentales totalmente sólidas. Cimientos lo suficientemente fuertes como para que todo lo que vayamos a hacer durante el juego tenga sentido y nos logre sumergir en las diferentes misiones planteadas. Y lo logran, desde luego. Destiny se desarrolla enteramente bajo la necesidad de proteger los últimos vestigios tanto de El Viajero como de la sociedad a la que hizo prosperar en su momento. Y ahí entramos nosotros, los Guardianes, con toda un Sistema Solar a nuestra disposición luchando contra la creciente oscuridad que amenaza los restos de la gloria anteriormente alcanzada.

Sin embargo, pese a que las bases están correctamente establecidas y Bungie y Activision han sabido llegar a nosotros con los elementos básicos de esta historia, nos encontraremos que en el desarrollo normal de la aventura no se incide demasiado en este sentido, no llega a crecer una fuerza argumental lo suficientemente sólida para acompañar a la bien planteada jugabilidad. Las misiones van sucediéndose como pequeños capítulos autoconclusivos que prácticamente no cuentan con una relación entre sí, aunque sí que la posee todo el contexto que se ha creado para situar Destiny.

[break=Página 2]Y en todo este entramado, y por la estructura argumental y jugable que se ha diseñado, La Torre, el lugar de reunión de todos los Guardianes dentro del juego, tendrá suma importancia al suponer nuestra base de operaciones. Cuando nuestro Espectro, el robot que nos sirve de guía, nos encuentra tirados entre los restos de la antigua Rusia, establece La Torre como el lugar necesario para volver siempre. Allí, además de otros compañeros de aventuras a los que poder unirnos e interactuar, encontraremos también tiendas de armas, armaduras y naves, gestores de contratos, entrega de recompensas… Todo lo necesario para gestionar nuestro progreso y tener una excusa siempre para volver tras haber completado las misiones del juego.

Y aquí es justo donde reside todo el potencial que puede exponer Destiny. Ante nosotros, la Tierra, la Luna, Venus, un lugar llamado el Arrecife y Marte aparecen poco a poco para formar parte del mapa del juego. Localizaciones que contarán con su propia estética y sus propios enemigos, y que suponen el lienzo para progresar poco a poco y hacer evolucionar a nuestro personaje. Con cada lugar desbloqueado, nos encontraremos retos de mayor nivel de dificultad y tareas que variarán gracias a la fisonomía diferente que muestra cada uno de estos cuerpos celestes. Entre todas estas pruebas podemos detectar las misiones de patrulla que nos llevarán a completar pequeñas tareas con todo el mapa de cada planeta a nuestra disposición, las de asalto para tres guardianes más y que estarán relacionadas con la historia y las incursiones destinadas a ser jugadas con hasta seis jugadores. Mención especial reciben las de patrullas gracias a los eventos especiales que se generan cada cierto tiempo. En ellos, se lanza un mensaje a los jugadores que en ese momento están jugando en el mapa para advertirles que cierto enemigo aparecerá en breve, animándoles a darle caza entre todos y acabar así con él.

A lo largo de todas las horas que hemos podido jugar al título de Bungie, dedicando aproximadamente unas 10 a completar la historia principal, no negaremos que la diversión ha estado presente de manera continuada, permitiéndonos permanecer durante largas sesiones enganchados al televisor mientras nuestros compañeros nos acompañaban en cada encargo. Un hecho que hay que resaltar pues, efectivamente, Destiny muestra todo su potencial cuando nos adentramos en él en compañía de amigos o conocidos que hacen que la experiencia sea mucho más plena. Sí, podemos jugar en solitario, pero la satisfacción que se extrae de este hecho es mucho menor que si lo hacemos en compañía.

Uno de los motivos por los cuales ocurre esto es porque la variedad en las misiones es relativa. Normalmente, la estructura viene siendo la de ir del punto A al punto B para que el Espectro realice alguna acción o derrotemos a algún enemigo, mientras por en medio aguantamos oleadas o recogemos algún tipo concreto de objeto. Bungie altera el orden de estos conceptos básicos para generar misiones diferentes mientras se apoya en las diferentes localizaciones, y esa es la fórmula con la que intentan conseguir que el jugador conserve esa sensación de frescura cada vez que juega a Destiny. Aunque, por supuesto, no es lo único en que se apoyan los desarrolladores, pues la posibilidad de realizar todas estas tareas en un nivel de dificultad mayor o la existencia de contratos que exigen de la realización de varias tareas concretas para obtener la recompensa, son otras de las herramientas empleadas para dotar al título de un concepto tan valioso como lo es la rejugabilidad.

Y se logra hasta cierto punto. A nuestro modo de ver, Destiny acaba quedándose algo corto en este aspecto, pues la estructura básica que hemos comentado queda algo limitada una vez se conocen todos sus recursos. Reconocemos que Bungie ha sabido camuflar muy bien estas mecánicas, pero, para un título de la magnitud con el que nos encontramos, cabía esperar una mayor profundidad en este sentido que lo elevara aún más a un nivel superior al de juegos similares, tendiendo justo aquí la comparación con Borderlands, la franquicia de 2K Games. Y es que, en todo momento, ha sido complicado no deshacernos de la idea de que estábamos jugando a la saga desarrollada por Gearbox con herramientas sacadas directamente de Halo.

Pero dejando esto de lado, si hay algo que nos ha sorprendido en Destiny es, sin duda, la inteligencia artificial que muestran los enemigos. Por desgracia, suele ser habitual renegar del comportamiento de los rivales en una gran cantidad de juegos, pero Bungie ha realizado un trabajo increíble tanto en su diseño como en su forma de actuar. Vemos a enemigos de diferentes razas con sus respectivas evoluciones ejecutando maniobras de evasión, flanquándonos cuando nos quedamos quietos en un sitio, parapetándose tras algún elemento del escenario… Movimientos y estrategias muy variadas que nos ponen las cosas complicadas en más de una ocasión, convirtiéndose en una de las mayores virtudes que atesora este título.

Ante todo esto, con el Titán, el Hechicero o el Cazador, nos encontraremos con opciones suficientes para plantar cara a cualquier amenaza. La variedad en este aspecto es máxima, tanto en movimientos como en maniobras ofensivas. El doble salto nos dará una libertad y un componente estratégico tremendo, las granadas serán una herramienta habitual para disuadir a un grupo de enemigos, el golpeo cuerpo a cuerpo una solución rápida y eficaz para los rivales cercanos y los ataques especiales el más poderoso de los recursos para salir airosos de las situaciones más peliagudas. Todo ello, junto a la gran variedad de armas, dota al desarrollo del juego de un componente épico innegable que viene acompañado de una sensación de poder muy satisfactoria.

[break=Página 3]En la evolución de cada personaje nos encontraremos ahora un desarrollo algo más costoso que en la Beta, donde subir de nivel era mucho más sencillo. Ahora costará algo más, teniendo un límite de 20 niveles, aunque con objetos con atributo de luz podremos alcanzar categorías superiores a esta restricción superior. Por otro lado, en el nivel 15 nuestro personaje podrá acceder a otra subclase, en la que deberemos de nuevo desarrollar sus habilidades para acceder así a movimientos diferentes que los empleados hasta ese mismo momento en la que viene equipada de inicio.

Pero subir de nivel no será algo exclusivo de las misiones relacionadas con la historia. El Crisol, la zona competitiva del juego, también nos permitirá evolucionar a nuestro Guardián mientras nos batimos en duelo con el resto de protectores de El Viajero gracias, principalmente, a los contratos que también pueden estar enfocados a esta parte del juego. Aquí nos encontramos hasta cinco modo de juegos diferentes en el que, como máximo, se podrán reunir hasta 12 jugadores. Un atractivo más que se suma a la propuesta, pero que por el momento cuenta con un matchmaking algo desequilibrado, y que puede ocasionar grandes desigualdades dadas por el nivel y los objetos que posean ciertos usuarios. Una asignatura pendiente que debe corregir Bungie a lo largo de los meses.

Y aquí llegamos a otra de las grandes virtudes de Destiny y uno de los aspectos que le hacen destacar muy por encima de la mayoría de juegos vistos hasta el momento. Pese a no encontrarnos con texturas y efectos de altísimo nivel como han podido mostrar juegos como inFAMOUS: Second Son, Destiny cuenta con un apartado artístico visual totalmente espectacular. Es asombroso pararse a observar el detalle con el que se ha realizado localizaciones como la Luna o Marte, siendo los lugares que en redacción más han llamado la atención. El espectáculo que conforman las luces junto con los colores que se extraen de cada planeta es increíble, provocando que muchas veces, simplemente, vaguemos por cada cuerpo celeste observando sus particularidades y tratando también de descubrir zonas ocultas a simple vista que pueda esconder Espectros muertos o cofres dorados con recompensas suculentas.

Pero lo que destaca sobre todo es la sensación de que cada rincón ha sido diseñado específicamente, que cada esquina guarda algo nuevo no visto hasta ahora. Y realmente, en parte, así es. Durante todas estas horas hemos intentado buscar en la Tierra, la Luna, Venus o Marte algún escenario que se parezca a otro, pero ha sido algo extremadamente complicado. Bungie ha hecho un trabajo excelente en este aspecto, y la sensación de tener escenarios inmensos ante nosotros es en gran parte por este motivo. Además, junto a todo esto, la sensación de que nos encontramos constantemente ante algo épico viene dada por los efectos visuales y las animaciones de nuestro Guardián al ejecutar algún que otro ataque, junto también a todo ese diseño de enemigos y de escenarios que hemos hecho referencia.

Por último, no podíamos olvidarnos de la banda sonora, a cargo de Martin O’Donnell y con la colaboración de Paul McCartney en algunos temas. Si hay algo que consigue sellar toda esa sensación de que nos encontramos constantemente ante algo épico es la música del juego, algo que ya se producía en Halo y que vuelve a suceder en Destiny. Esa intensidad de sonido cuando está a punto de ocurrir algo importante, eleva la emoción de una manera con la que las imágenes únicamente no serían capaces de llegar. Además, nos encontramos con el juego totalmente localizado al español, con voces dobladas entre las que destaca Peter Dinklage (así como la de su actor de doblaje en nuestro país) como voz de nuestro Espectro.

Destiny es, sin ningún tipo de duda, uno de los mejores juegos que han aparecido hasta ahora en la nueva generación de consolas. Sin embargo, es de recibo reconocer que se queda algo corto en su promesas de innovación y revolución, siendo un muy buen juego que logra aunar conceptos de títulos cooperativos con muy pequeñas dosis de MMO, pero sin ninguna novedad palpable a nivel jugable. Su potencial se encuentra en jugar acompañado de buenos amigos, pudiendo así plantar cara a los enemigos que cuentan con una loable inteligencia artificial, mientras se disfruta de las hermosa factura visual y sonora que ha logrado crear Bungie.

A partir de ahora, queda ver qué clase de contenido va añadiendo el equipo de desarrollo al juego. Destiny tiene un gran potencial para ser ampliado enormemente en ese sentido y convertirse en algo verdaderamente gigantesco, algo mucho más grande de lo que es ahora y por lo que recibe la nota puesta, ya que no podemos aventurar qué será de este proyecto en el futuro.

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Jugabilidad: 9
Gráficos: 9.25
Sonido: 10
Satisfacción: 7.75

Análisis

Bungie ha realizado un muy buen trabajo con Destiny, aunque su proyecto todavía no ha concluido. Su propuesta cooperativa con pequeños toques de MMO logra el objetivo de divertir al usuario, aunque no llega a ser la revolución que se prometía en ningún momento. La belleza audiovisual se convierte, automáticamente, en una referencia dentro de la industria del videojuego.