Objetivo Platino: para tirarse de los pelos

Juegos difíciles, trofeos imposibles… El mayor de los retos para conseguir el Platino

Desde su implantación en 2008 con la actualización 2.40, los trofeos no sólo han permitido exprimir nuestros juegos al 100%, sino que también nos han puesto ante desafíos más propios de seres con capa roja y mallas apretadas que de simples mortales. He aquí algunos ejemplos de los retos a superar para alcanzar ese tan ansiado como esquivo objetivo: el trofeo de platino.

Este frenético shooter en tercera persona obra de Rockstar presentaba, además de la campaña individual y el modo multijugador, una novedad denominada minuto en Nueva York y los consiguientes trofeos relacionados con él. El trofeo que suponía un verdadero desafío se denomina Un minuto en Nueva York, y nos proponía pasar este modo de juego (que venía a ser como la campaña) en extremo dentro de un minuto. Al empezar la partida el cronómetro iba bajando y cuando llegaba a cero moríamos. Podíamos alargar la duración del crono con bajas, que nos daban 3 segundos, y con disparos a la cabeza, que nos aportaban 5 segundos adicionales. Todo un desafío, no sólo por el tiempo limitado, sino porque había que pasar todos los capítulos sin morir y en una sola sesión.

Si hablamos de platinos complicados a todos se nos viene a la cabeza este simulador de conducción aparecido en 2010 y desarrollado por Polyphony Digital. En su lista de trofeos nos encontrábamos con uno que asustaba con solo leerlo: El hombre de oro. Si queríamos conseguir este trofeo y con ello el platino, debíamos obtener oro en todas las carreras, licencias y eventos que nos proponía el juego, en una de las dos categorías, A-Spec o B-Spec. Ello suponía muchas horas de juego sólo aptas para los más hábiles al volante y enfrentarnos a pruebas tan complicadas como los desafíos de Sebastian Vettle.

La segunda parte del aclamado survival horror de EA aparecido en 2008, también supuso un reto para todos aquellos que querían conseguir su trofeo de platino. Y es que el juego añadía un nuevo modo de dificultad, denominado con mucho acierto imposible, que nos permitía conseguir después de superarlo el trofeo de oro Misión Imposible. En este modo, además de incrementarse la dificultad con respecto a los anteriores niveles, se añadía una particularidad: solo podía guardarse la partida tres veces, por lo que cada vez que moríamos volvíamos al último punto de guardado. En definitiva, un desafío solo asumible por jugadores de pulso firme y corazón a prueba de bombas.

El regreso de Mortal Kombat en 2011 de la mano de NetherRealm Studios trajo un sólido juego de lucha y una más que exigente lista de trofeos, en la que destacaba especialmente uno de ellos: Mi kung-fu es aún más fuerte. Este trofeo de oro pedía conseguir la maestría con cada uno de los 28 luchadores disponibles, lo que suponía innumerables e interminables horas de juego, teniendo en cuenta que cada combatiente obtenía tan exigente título de maestro tras cumplir unos requisitos: vencer 100 veces, hacer 100 fatalities, hacer 150 ataques de rayos-x, derramar 10.000 litros de sangre de nuestros enemigos y jugar un día completo, es decir, 24 horas. En resumen, el masoquismo elevado a la categoría de trofeo de videojuego.

Este exigente y profundo simulador de boxeo aparecido en 2011 y desarrollado por EA, pronto se convirtió en uno de esos juegos cuyo trofeo de platino era motivo de orgullo para quienes lo conseguían, y ello debido a un trofeo de oro: Squat Thrusting. Este trofeo, ya imposible de conseguir por el cierre de servidores, nos exigía alcanzar el nivel 60 en el online, lo que no era nada fácil teniendo en cuenta el sistema de puntuación. Había que ser muy buen combatiente para ir subiendo niveles, ya que al igual que cada vez que ganábamos combates obteníamos puntos (a mayor nivel de nuestro oponente, mayor número de puntos), cuando perdíamos nos restaban puntos y bajábamos de nivel, lo que convertía el camino hacia el nivel 60 en largo y tortuoso.

Si hay un trofeo de platino que durante mucho tiempo ha tenido la condición de “imposible”, ése ha sido el de Ninja Gaiden Sigma 2. Este hack and slash aparecido en 2009 de la mano de Team Ninja presentaba una exigente lista de trofeos, en la que bien podría destacarse el trofeo Terminaste con éxito todas las misiones online, que exigía completar junto con un compañero las 35 misiones cooperativas que ofrecía el modo online. Se trataba de complicadas misiones, sólo aptas para aquellos que ya habían superado la campaña en su máxima dificultad y que ponían a prueba nuestra habilidad y, sobre todo, nuestra paciencia.

Juego musical aparecido en 2012 que recuperaba la fórmula de Guitar Hero y Rock Band, pero añadiendo una importante novedad: la posibilidad de jugar con una guitarra de verdad, ofreciendo una experiencia más realista que sus antecesores. Son muchos los trofeos de este juego que suponían verdaderos desafíos, incluso para los más expertos guitarristas, la mayoría relacionados con mini juegos, pero, puestos a destacar uno por su dificultad, hay que mencionar el trofeo de bronce Gigante. Si queríamos conseguir este trofeo teníamos que superar dos millones de puntos en Big Swing Baseball en el Guitarcade, algo sólo al alcance de discípulos de Jimi Hendrix.

Aparecido en 2008, esta obra maestra de Hideo Kojima que nos ponía de nuevo en la piel de Solid Snake, no contó inicialmente con trofeos, sino que estos se añadieron mediante actualización en 2012, para deleite de todos los seguidores de la serie, que así contaron con una excusa para volver a jugar el título. En la lista de trofeos destacaba uno en especial, Ecos del campo de batalla, que requería conseguir todas las canciones del IPOD. La dificultad venía con una canción en concreto, ya que para conseguirla debíamos haber logrado antes los 40 emblemas del juego. Resultaba ésta una tarea nada sencilla, ya que cada emblema nos pedía acciones concretas, a cual más complicada: terminar el juego sin saltar alertas o sin matar enemigos o con más de 30 horas de juego. En definitiva, solo apto para auténticos amantes del juego por la cantidad de veces que había que completar el mismo.

Ni que decir que quien escribe estas líneas no ha conseguido, ni conseguirá, ninguno de los trofeos de que hemos hablado. Y eso que lleva ya varios años persiguiendo ese objetivo tan deseado como incomprensible: el platino. Tal vez en otra vida.