Análisis Fairy Fencer F

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El videojuego que todos deseábamos y nadie esperaba
Por Ricardo Fernández 26 septiembre, 2014

Aquellos de la vieja escuela que, como yo, esperan desde hace incontables años un videojuego al más puro estilo Final Fantasy de los de antes, miraban con optimismo a Fairy Fencer F, un título que presume de tener entre sus filas a dos de los creativos más legendarios de la gloriosa Square Enix. Porque, si nos dicen que Yoshitaka Amano y Nobuo Uematsu están implicados en esta propuesta, ¿qué nos viene a la mente? Lo que está claro es que Fairy Fencer F no.

Lo peor no es eso, lo peor es que una vez que nos alegramos por ver que Yoshitaka Amano está a cargo de los diseños, nos imaginamos unos preciosos escenarios, una puesta en escena gloriosa, llena de detalles y unos personajes marca de la casa. Lo que nos encontramos ya nada más comenzar el juego es un pequeño tufillo a Tetsuya Nomura que echa para atrás.

Lo que está claro es que el título, aún no contando con campañas de publicidad, lo vendían como el RPG en el que Amano y Uematsu trabajaban. Esto quizás ha hecho que la decepción sea mayor, aunque tampoco es tan malo -al menos en historia- como os lo pintamos.

Nada más comenzar la aventura vemos como un joven llamado Fang encuentra una extraña espada que rápidamente intenta extraer de donde está anclada, al más puro estilo Rey Arturo con Excalibur. Sin embargo al sacarla de la piedra donde reposaba, aparece del arma una pequeña hada llamada Eryn que se encontraba aletargada dentro de la misma. Esta, que no recuerda prácticamente nada del pasado, le cuenta a Fang que ahora debe de unir sus fuerzas con ella para encontrar las cien espadas Fury que vagan por el mundo. La respuesta del protagonista es bastante estúpida y denota el rumbo que tomará el título: «¿Eres un hada? Pues dame de comer».

Tras un pequeño ataque por parte de unos malhechores (con tutorial sobre la batalla incluido), Eryn “salva la vida a Fang” por lo que a éste no le queda otra que saldar su deuda y aceptar a regañadientes el acompañarla en la tarea de buscar las dichosas espadas. Durante estos primeros compases de la historia nos habremos dado cuenta ya de que el humor estará muy presente en esta aventura de Compile Hearts, sobre todo aquél típicamente japonés y lleno de mujeres.

Ya nada más comenzar nos encontramos con nuestra primera decepción; no existe mapamundi como tal. No se que le pasará a los japoneses y qué pegas tienen con ello, pero a un servidor no le motiva nada el tener que clicar en un artwork la zona donde debo/quiero ir. Más adelante comprobaremos que hay escenarios de tipo mazmorras, bien en campo abierto o en espacios reducidos pero con una calidad gráfica que deja bastante que desear. De todas maneras, de esto último hablaremos más adelante. Ahora toca el turno de un característica muy importante en los títulos del género RPG, los combates.

Una vez nos encontremos en una mazmorra o escenario al aire libre, aparecerán en pantalla y en nuestro camino diversos enemigos claramente diferenciados. Entrar en combate es tan sencillo como acercarnos a ellos, e incluso existe la posibilidad de abrir la trifulca obteniendo ventaja si previamente lo iniciamos con un espadazo. Una vez en la pantalla de combate, habrá varios círculos en el suelo, uno exterior que delimita la zona de batalla y otros más pequeños que serán el área máxima de ataque de nuestros personajes y/o enemigos. Será tan fácil como acercarnos al enemigo que queramos abatir y ejecutar la habilidad que queramos realizar. Lo realmente difícil será encarar el cono que aparece de los pies del personaje hacia el o los enemigos. Si logramos encararlo, este marcará el alcance de nuestro ataque y si golpeará a tan solo uno o varios enemigos.

Fang recibe su poder gracias a la Fury que logró rescatar de aquella piedra. Esta le otorga una fuerza mayor a la que posee desde un principio así como la capacidad de lanzar magia hacia sus combatientes. También concede al Fencer (portador de la espada) una curiosa habilidad llamada Fairize que transforma a Fang en una suerte de mecha humano con las estadísticas del ataque y defensa ampliamente potenciadas. Para lograr esto primero habrá que cargar la barra de Tensión, la cual se rellena de múltiples formas.

Además Fang y los demás protagonistas que encontraremos a lo largo de la aventura, podrán optar por diferentes Fury a lo largo de su aventura y cada una librará a un hada con sus respectivos poderes, bien sea con descendencia benévola o malvada. Podremos también configurar algunos combos y asignarlos a los botones del mando DualShock 3 e incluso desarrollar poderosos ataques contra nuestros enemigos. En este sentido el combate por turnos de Fairy Fencer F cumple con las expectativas y si a eso le añadimos las tremendas secuencias que podemos ver cada vez que uno de sus protagonistas realiza un ataque especial, ¡mejor que mejor!

Sí, esperabamos mucho del título, al menos gráficamente, pero la realidad sin embargo es bastante distinta. No solo porque encontramos texturas y detalles propios de una vetusta PlayStation 2 sino porque el videojuego tiene serios problemas con la tasa de imágenes en pantalla. Siendo benévolos, el videojuego parece que arrastra tras de sí todos los barriles de cerveza de una fiesta del Oktoberfest. A duras penas llega a mantener una escasa cifra de 20 FPS y cuando el escenario se sobrecarga, menos aún. Curiosamente las habilidades especiales que aparecen en batalla así como las espectaculares secuencias que las acompañan fluyen con total normalidad.

Artísticamente y en nuestra opinión, esperabamos un videojuego lleno de detalles, de lugares maravillosos, de un diseño de personajes a la altura. Sin embargo nos encontramos que más allá de ciertos personajes, los diseños son bastante simplones y típicos de la cultura japonesa. Si compararamos algunos escenarios o personajes con cualquier otro RPG nipón escogido al azar, veríamos prácticamente el mismo juego. Las localizaciones suelen estar bastante vacías y poco cargadas, amén de que la mayoría son «ni fu ni fa».

Que Nobuo Uematsu forme parte de este proyecto tampoco nos dice nada. Al contrario de lo que esperamos encontrar, aquí compone la música con su famoso grupo Earthbound Papas que aporta al título frescas melodías rockeras y cantadas que gustarán a muchos. De hecho es gracias a estas canciones que el videojuego apruebe raspadamente en el apartado sonoro. Por lo demás el videojuego nos llega a Europa con las voces originales en japonés y al inglés. Los textos por desgracia nos llegan en un inglés intermedio que puede dificultar la progresión a los amantes de los títulos de rol.

Fairy Fencer F tiene bastantes carencias que dejan un regusto amargo a todo aquél que lo esperaba con ganas. Sus mazmorras son bastante cortas, hay poca libertad de exploración, algunos ítems desperdigados por el suelo y una dificultad bastante justita. Además tampoco es muy largo, unas 25 horas si tan solo completamos uno de sus variados finales. La mayoría de las escenas de texto -demasiadas quizás- se adecentan con un par de diseños en 2D levemente animados con un fondo predeterminado. La historia no es del todo mala pero peca demasiado en usar clichés japoneses que poco o nada entendemos por estas lindes.

Otra de sus pegas es que Compile Heart ha dotado a Fairy Fencer F de demasiadas similitudes con muchos de sus títulos, sobre todo de Hyperdimension Neptunia, llegando a ser un calco en muchísimos aspectos. Esto si bien no es del todo malo para los seguidores de esta desarrolladora, sí deja un poco en evidencia la frescura del título.

En definitiva un videojuego del que se esperaba demasiado por traer en portada dos grandes nombres y que decepciona, sobre todo, en su apartado técnico. Jugar a una ridícula tasa de imágenes con constantes tirones en escenarios de la época de PlayStation 2, puede echar para atrás a potenciales consumidores ávidos de nuevas propuestas roleras.

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Jugabilidad: 7
Gráficos: 5.5
Sonido: 7
Satisfacción: 6

Análisis

Fairy Fencer F tenía todas las de ganar y no ha sabido aprovecharlo. El resultado se queda en un RPG simplón con un nefasto apartado gráfico y potentes canciones rockeras. Ni Yoshitaka Amano ni Nobuo Uematsu han podido elevar el nombre del título a lo más alto.