Análisis CounterSpy

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El espía que salvó el mundo
Por David Soriano 25 agosto, 2014

Siempre es de agradecer el lanzamiento por parte de Sony de productos cross-buy. CounterSpy es la última muestra. Se trata de un juego de espías disponible simultáneamente para PlayStation 4, PlayStation 3 y PS Vita. En él tomaremos el rol de un espía de la agencia C.O.U.N.T.E.R. en la época de la Guerra Fría con una reinterpretación de la historia. Pese a cambiar los nombres de las dos potencias mundiales por los imperialistas (Estados Unidos) y los socialistas (la antigua URSS). En CounterSpy se cambia el curso de la historia y con una mezcla de la crisis de los misiles y la carrera espacial, se toma como argumento que cada una de las potencias quiere ser la primera en lanzar un misil a la Luna. Nuestra tarea será la de infiltrarse en distintas instalaciones de cada bando para tratar de recuperar información y detener estos lanzamientos.

Nada más presenciar la primera pantalla de carga observamos un tip bastante curioso que marca sobremanera la experiencia que viviremos en este juego. «Los escenarios se generan de manera aleatoria». El famoso desarrollo procedural que tan de moda se está poniendo y que ya pudimos observar en el reciente Road not Taken. Los inicios de este juego son realmente divertidos. En una primera fase, a modo de tutorial, se nos indican las mecánicas básicas del título. Básicamente estamos en un juego en scroll lateral, de estilo Metroidvania en la mayor parte de su planteamiento. La variante viene cuando nos encontramos detrás de alguna cobertura y accionamos el botón círculo. En ese momento la cámara pasa a una perspectiva en tercera persona, con la posibilidad de realizar disparos a los enemigos al más puro estilo Vanquish -por citar el primer TPS que se me ha venido a la cabeza-.

El componente de exploración también cobra especial importancia, pues repartidos por el escenario encontraremos unidades de dinero, mejoras para armas, fórmulas para desarrollar nuevas habilidades y sobre todo la inteligencia enemiga, que será la clave para el progreso en el modo historia. La clave, como juego de infiltración que es, será la de avanzar sin que nos vean los enemigos u otros mecanismos como cámaras de vigilancia que pueden activar la alarma. El hecho de que no nos vean es vital -literalmente- pues cada enemigo (o cámara) que nos descubra podrá activar una alarma que aumentará el nivel de amenaza.

Comenzando por el 5, el nivel de alarma DEFCON puede aumentar al uno, lo que en caso de no detener el lanzamiento de misiles puede provocar que alguna de las dos potencias lance el misil y se acabe la partida, teniendo que comenzar de nuevo. Dado que tenemos libre elección sobre si accedemos a la base de uno u otro bando, cada nivel de alarma se irá incrementado de manera independiente. Es aquí cuando entra en juego un componente estratégico. Antes de cada sección podemos ver cuántas piezas de inteligencia podremos recoger y cuántos oficiales hay en cada sección. La importancia de estos últimos es elevada, porque son los únicos que si les apuntamos con nuestro arma se rendirán y bajarán del tirón un nivel entero de DEFCON.

Por lo tanto, resulta esencial el ir gestionando el nivel de alarma para que esta no llegue a su punto más alto. De vez en cuando deberemos dejar en segundo lugar el progreso en la historia para entrar en alguna fase que tenga a varios oficiales para así afrontar con mayor tranquilidad el resto de la partida. Cuando el nivel de DEFCON llega a uno, la infiltración y el sigilo queda en segundo plano y se activa una cuenta atrás en la que debemos llegar al final del nivel y desactivar el lanzamiento de misiles. Las fases por suerte no suelen ser demasido largas, por lo que es factible el conseguir ese objetivo. La duración de cada una de ellas es de unos 10-15 minutos, por lo que en unas tres horas podremos dar carpetazo a la crisis de los misiles espaciales completando la campaña.

Poco más se divisa en el horizonte en una propuesta con una vida muy corta. No aporta opciones multijugador. Lo más cercano es que si superamos la puntuación de algún amigo en un nivel determinado (lo que conlleva que no nos pillen demasiadas veces), en el siguiente tendremos un cadáver con información de nuestro ex-compañero espía. Esto aportará un plus de exploración y como premio por encontrar al fallecido se nos dará algún ítem especial o dinero para progresar.

¿Cuál es el problema principal de CounterSpy además de su corta vida? Pues precisamente aquello que lo volvía tan atractivo en un comienzo, la generación aleatoria de escenarios. Rápidamente comprobaremos como esta aleatoriedad reporta demasiados problemas, generalmente por la colocación de algún enemigo o cámara en un lugar en el que nos es inevitable esquivar. Esto rompe la sensación de infiltración, pasando por momentos a ser una sucesión de simples tiroteos -y las mecánicas de apuntado y disparo dejan mucho que desear-.

Es una pena que canse en tan poco tiempo y no dé motivación alguna para rejugarlo, porque a nivel artístico es genial. Es cierto que usa el motor Unity, lo que no va a permitir muchos alardes técnicos. En su estilo visual, que recuerda a los juegos en Flash destacan sobre todo el diseño de unas y otras bases. Los uniformes son distintos, hay varios rangos diferenciados de enemigos, la propaganda en uno y otro bando… todo es genial a nivel estético y bastante competente a nivel de animaciones. Además, nos ha encantado la capa que bordea la pantalla y simula estar jugando en una tele de tubo.

65
Jugabilidad: 6.5
Gráficos: 7.5
Sonido: 6
Satisfacción: 6

Análisis

Divertidísimo en sus compases iniciales, pierde rápidamente fuelle. Los errores que provoca la generación aleatoria de escenarios y su nula rejugabilidad hacen que merezca la pena gastar los 12,99€ que cuesta en otras propuestas veraniegas como Rogue Legacy o Hohokum