Análisis Risen 3: Titan Lords

60
Piranha Bytes lo sigue intentando, pero con nefastos resultados
Por Ricardo Fernández 22 agosto, 2014

Durante estos últimos meses los aficionados a los juegos de rol han tenido el placer de disfrutar de títulos como bien podrían ser Bound by Flame o Tales of Xillia 2. Aun así se nota una pequeña falta de grandes exponentes del RPG como el futuro Dragon Age: Inquisition o el presumible The Elder Scrolls VI, si es que existe en los planes de Bethesda. Por eso en la oficina hemos acogido con placer la tercera entrega de una reputada franquicia que si bien hizo aguas en su segunda parte, con Risen 3: Titan Lords pretendían volver atrás a lo que le hizo grande.

Por desgracia, lo único que han conseguido en esta tercera entrega es que solamente nade un poquito hacia atrás en esas turbulentas aguas en las que navegaba el segundo capítulo. No nos equivoquemos, tanto la historia como el contenido jugable no es nada malo, la parte negativa (muy negativa) se la lleva el apartado técnico, el cual es poco más que lamentable.

Una vez más, esta tercera entrega corre a cargo de los alemanes Piranha Bytes, aquellos que firmaron grandes títulos como los relacionados con la franquicia Gothic o el primer Risen. En esta ocasión nos encarnamos en un aventurero pirata que sufre de terribles pesadillas y que en cierta parte de la historia ve como su alma es arrebatada, lo que le llevará a comenzar una búsqueda incesante de la misma.

Una de las cosas que el estudio prometió es que volvería a los orígenes de la saga, aunque nada más comenzar ya nos damos cuenta de que el videojuego se parecerá más a Risen 2: Dark Waters que al primero. De hecho comenzamos en un barco pirata, hacemos uso del mismo durante el juego y recorremos gran parte del mapeado de la segunda entrega (con las mismas localizaciones). Además muchos de los fallos que recogía la anterior entrega (y la primera), siguen presentes en Titan Lords.

Para comenzar hay que recalcar que el videojuego en su versión PlayStation 3 es desastroso a nivel técnico. Tanto es así que hemos visto incluso con buenos ojos a Kick-Ass 2 después de jugarlo. Es terriblemente doloroso para los ojos y mucho más si como servidor, se es un sibarita de la tecnología. El framerate es escandalosamente inestable, a duras penas puede sostenerse. El tearing aparece incluso en los menús de juego, concretamente visualizando el mapa. El juego sufre de tanto popping que en ocasiones no veremos ni a los enemigos llegar, los árboles aparecerán de la nada e incluso los edificios. Las texturas harían daño al mismo Rompetechos y el abuso de estiramiento en ellas es más que notable. El juego se para en cada carga que hace in-game y la cámara te deja más vendido que Zubizarreta de portero en la selección española.

Las animaciones son terribles y espeluznantemente robóticas. El combate sigue siendo desastroso y además no es algo que nos sorprenda, es una de las características con las que ha peleado siempre Piranha Bytes en Risen. Todo esto por no hablar del amasijo de píxeles y dientes de sierra con los que se luce el videojuego. Tanto es así que en alguna ocasión no hemos podido distinguir ciertos objetos a causa de todos estos problemas, problemas que se acentúan con la pobre resolución que tiene el título.

En la parte jugable nos encontramos con las típicos atributos base que debemos de subir y de entrenar por medio de otros personajes no jugables mediante previa conversación, equipo para distintas partes del cuerpo incluyendo amuletos, objetos con posibilidad de colocarlos en quickslot y un amplio arsenal de armas que incluyen desde pistolas hasta martillos. Tenemos una vez más una amplia variedad de magias y hechizos que además de poder usarse en combate, nos sirven para sortear diversos puzles. Aparecen nuevos consumibles para facilitarnos la vida y como no, tres facciones a las que poder acogernos para así aprender su oficio. Estas son los Guardianes, Cazadores de Demonios y Piratas Vudú. Sin duda la más interesante es esta última, que hace uso de la nigromancia y del control mental. Por lo demás la propuesta sigue permitiendo la creación de objetos, personalizar completamente nuestro estilo de juego así como encantar items.

Lo que sí es de buen agrado es la total sensación de libertad que encontraremos en Risen 3: Titan Lords, sus fantásticas misiones realmente variadas, la calidad artística de sus escenarios, su apartado musical y el no poco contenido que atesora el videojuego. De hecho si obviamos las partes negativas referentes al apartado técnico, estamos ante un gran juego de rol. Otra de las características que nos ha gustado es la posibilidad de solucionar las misiones de varias maneras diferentes, que si bien no es algo nuevo en el género, aporta mayor inmersión en la historia.

Risen 3: Titan Lords no es mal juego, está lleno de contenido, una gran historia y… ¡diantres, vuelven los piratas! ¡Yarrrr! Sin embargo si sois algo exquisitos en el apartado técnico y lo valorais por encima de todo, quizás deberíais de alejaros de este título. Ya os decimos que técnicamente es uno de los peores juegos con los que nos hemos topado durante este año, ¡y mira que era difícil teniendo a Kick-Ass 2 y Bloodbath por delante! Si por el contrario sois de lo que os echáis a la espalda los problemas y disfrutáis de una buena historia de la mano de grandes del género, haceros con él, al menos hasta que podamos echarle el guante al próximo triple A en el género RPG.

60
Jugabilidad: 6
Gráficos: 5.5
Sonido: 7
Satisfacción: 5.75

Análisis

Un buen juego de rol que se ve lastrado por su lamentable apartado técnico. Realmente bochornoso en bastantes ocasiones.