Análisis Bound by Flame (PS4)

Con la salida de PlayStation 4 el día 29 de noviembre del pasado año, muchos fueron los que echaron de menos ciertos juegos encuadrados en los géneros más importantes que copan todo catálogo de consolas en cada generación. El prolífico género RPG, que dio muestras de gran cantidad de recursos en la anterior etapa tecnológica, aparecía huérfano de alguna superproducción de las grandes distribuidoras habituales.

Ha tenido que ser Focus Interactive, en cuya hoja de servicios más reciente encontramos títulos como Farmimg Simulator, quien diera un paso al frente con el anuncio de Bound by Flame. Durante meses, la compañía ha ido mostrando algunos vídeos, capturas y ciertas informaciones relativas al juego, despertando un interés importante, pero sin dar una idea demasiado exacta de lo que nos podíamos esperar.

Tal vez por dicho motivo y por la falta de opciones dentro del RPG Bound by Flame haya despertado un expectación fuera de un título de sus características. Fuese como fuere, y alejándonos de apreciaciones poco precisas y que pueden llegar a condicionar, nos encontramos con un título que, adelantando acontecimientos, tiene luces y sombras por igual, pero puede llegar a cumplir la función de llenar un hueco hasta el momento demasiado profundo.

No, no estamos hablando de Canción de Hielo y Fuego, la famosa obra todavía incompleta del tranquilo, pausado y lento -por que no decirlo- George RR Martin. No hablamos de ello pero nos cuesta no desligarnos de la sensación de que la historia que trata de contarnos Bound by Flame ya la conocíamos de antes. No de manera exacta a la obra nombrada, pero si al concepto más básico: la lucha del calor contra el implacable frío.

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Los Siete Señores del Hielo se sitúan también en esta ocasión como los antagonistas principales de una historia que nos pondrá en la piel de un miembro de las Espadas Libres, un grupo de mercenarios que son contratados por un conjunto de sabios que estudian cómo hacer frente a la amenaza que se cierne sobre el mundo. Sus investigaciones acaban por no salir exactamente como esperaban, y un poderoso espíritu de fuego se apodera del cuerpo de nuestro personaje para combatir la amenaza con sus calurosos poderes demoníacos.

La historia no llama la atención por diferentes motivos. Uno de ellos es el apartado audiovisual con el que cuenta el juego, poco trabajado en general y que no invita a una inmersión muy alta en aventura que nos propone Spider. Por un lado, nos encontramos con unos escenarios con cierto aspecto de dibujo animado, como si hubieran sido tratados con la técnica cel shading. Ésto hace que exista un contraste realmente fuerte entre los modelados de los personajes -que cuentan con animaciones bastante toscas, por cierto- con una estética mucho más cercana a la realidad y estos fondos, que rompen con todo el conjunto que se pueda extraer.

Pero por otro, el doblaje y la banda sonora no acaban de estar a la altura, algo que notaremos pronto al comprobar cómo, en momentos álgidos, nos falta intensidad en este apartado, ya sea por un grito que necesita mucha más potencia o un vacío de sonido melódico. Todos estos detalles en general nos hacen perder el interés en algo que ya de por sí no llama la atención, pero que al no cuidar los pequeños detalles produce un desencanto muy temprano sobre la historia que se nos presenta.

Bound by Flame propone hasta tres tipos diferentes de combates para enfrentarnos a las criaturas que campan a sus anchas por el vasto mundo. A priori, el planteamiento puede parecer suficiente como para mantener la diversión constante en el juego basada en la utilización de estos tres tipos de forma de entenderlo, pero no es el caso. No lo és porque en muchas ocasiones notaremos como que todos ellos fallan. Un hechizo que no surte efecto como debería, un asalto con sigilo que no se ejecuta bien o una arremetida con mandoble poco eficaz. Bound by Flame no exhibe malas opciones en este aspecto, pero desde luego no funcionan siempre como deberían.

Entre estos tres estilos de combate que comentábamose encontramos uno en el que nuestro protagonista adopta una posición donde sus ataques son más poderosos y su defensa más firme, empuñando la espada a dos manos y rompiendo la guardia del rival de una patada. En cambio, nos encontramos con que nuestro personaje es mucho más lento y esa forma de moverse puede traernos problemas ante un gran número de enemigos.

Por otro lado, contamos con otra posición ideal para emplear el sigilo. Con una daga en cada mano seremos rápidos a la hora de luchar contra enemigos lentos y solitarios, olvidándonos de detener los golpes y optando por esquivarlos y contraatacar para salir airosos. Por último, el poder del alma demoníaca que nos invade será posible usarlo en cualquier momento, descubriendo diferentes formas de emplearlo, tanto en facetas ofensivas o defensivas.

Estas tres formas de entender Bound by Flame a nivel jugable contarán con su respectivo árbol de habilidades, eligiendo conforme subamos de nivel dónde preferimos depositar los puntos de habilidad conseguidos. En este aspecto, el juego desarrollado por Spiders no muestra ninguna innovación al respecto, algo que no es un punto negativo necesariamente, pues abre más fácilmente el juego a todos aquellos usuarios con poca experiencia en el género.

Donde Bound by Flame no hace tantas concesiones es en la dificultad. Absurdamente elevada en fases tempranas, y que se ve acompañada por los problemas jugables comentados anteriormente. Podríamos compararlo con Dragon’s Dogma en este aspecto -no tanto con Dark Souls-, aunque indudablemente el juego de Capcom contaba con una calidad superior al de Spiders.

Bound by Flame es correcto en líneas generales, aunque se aleja mucho de los niveles de calidad que hemos podido observar dentro del género RPG en la anterior generación. No es malo en ninguno de sus apartados especialmente, pero en el conjunto nos encontramos con un juego pobre en definitiva. ¿Puede calmar las ansias de los aficionados RPG en la nueva generación? Tal vez, aunque por muy poco tiempo y no sin antes pensar en que se trata de un juego modesto y con pocas ambiciones que no llegará a ofrecer nunca nada del otro mundo.