Análisis flOw

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Las profundidades marinas también son un buen lugar para relajarse
Por Ricardo Fernández 14 enero, 2014

En marzo de 2007 y coincidiendo con el lanzamiento al mercado de PlayStation 3, una desconocida compañía se arriesgó al máximo con su primer título y, a su vez, uno de los iniciales de la nueva consola.

Aunque no fue el único que despuntó por su manera de ser. Super Rub ‘a’ Dub, de la propia Sony, también nos demostraba que los videojuegos no son solamente para pegar tiros, saltar de plataforma en plataforma o realizar carreras de coches con los amigos. Eso sí, éste último tenía un poco más de coherencia videojueguil, si se puede llamar así…

Esta vez flOw llega a PlayStation 4 para seguir rememorando viejas experiencias y lo hace con un interesante cross-buy que nos permitirá obtenerlo de manera gratuita si ya lo comprasteis antaño en PS3 o recientemente en la portátil PS Vita.

Sí, esa desarrolladora de la que os estamos hablando fue thatgamecompany, famosa por este título, Flower y por el más conocido por todos los jugadores, la extraordinaria obra de arte en movimiento llamada Journey.

Esta compañía fue fundada por dos jóvenes estudiantes de la universidad de California y desde sus inicios ya dejaron clara su idea de realizar videojuegos que provocaran respuestas emocionales en los jugadores. Y lo cierto es que lo consiguen. Aunque flOw, su primer título, es quizás el que menos ahonda en esta característica, pero sí deja clara la posición de la desarrolladora ante esta industria tan repleta de tópicos.

En estos momentos thatgamecompany se encuentra desarrollando un nuevo videojuego, aunque esta vez no será exclusivo para consolas de Sony.

En este punto nos encontramos en la tesitura de explicar qué es flOw y en qué género podríamos clasificarlo. Podríamos definirlo como videojuego, sí, pero va más allá de eso. En ocasiones se trata de un relajado viaje a las profundidades marinas, en otras podríamos definirlo como el intento de supervivencia del organismo protagonista y también, como no, de una aventura musical maravillosa.

flOw tiene todo esto y mucho más. Quizás se podría clasificar como una aventura relajante más que otra cosa pero en ocasiones no lo será tanto, así que creemos que lo mejor será que el jugador y/o lector lo clasifique según su experiencia. No cabe duda de que flOw es ante todo único en su especie, típico de thatgamecompany.

El juego nos pone en la piel de seis organismos celulares, aunque al principio sólo controlaremos a uno de ellos. Para desbloquear a cada tipo de protagonista deberemos de llegar a las profundidades marinas no sin antes engullir a otros enemigos de diferentes especies, hacer crecer a nuestro pequeño plancton como si fuera el videojuego de la serpiente y evitar que nos coman a nosotros mismos.

Usaremos el sensor de movimiento de nuestro DualShock 4 para mover nuestro vivo organismo y con el botón equis le daremos un pequeño impulso para ir más rápido, necesario sobre todo para escapar de las fauces de los enemigos que coexisten en el mar. No tiene mayor misterio que el aquí expuesto y, como se ve, es apto para la mayoría de público.

En el fondo marino encontraremos, además de los enemigos y abundante comida para crecer sanos y fuertes, dos tipos de círculos que servirán de teletransporte hacia un plano superior o inferior. Si queremos seguir viajando hacia el fondo, deberemos de pasar por encima del círculo rojo. Si por el contrario queremos retroceder por cualquier motivo, usaremos el círculo azul.

A lo largo de nuestra aventura tendremos que lidiar con distintas criaturas que enfurecerán por decirlo de algún modo si intentamos comerlos o simplemente por estar cerca de ellos, otros cambiarán de plano para asaltarnos desde las profundidades y algunos se cubrirán de pinchos para asustarnos.

Tras aproximadamente diez pantallas llegaremos al final del fondo marino lo que desbloqueara a otra criatura con la que poder jugar, así sucesivamente hasta desbloquear al sexto organismo celular con el que podrás jugar en la pantalla de créditos.

flOw fluye a una resolución de 1080p y a unos suaves 60fps, algo nada nuevo cuando en la versión de PS3 ya funcionaba de esta manera. Entonces, ¿qué hay de nuevo en esta versión para PS4? Nada. flOw para PlayStation 4 es el mismo juego que ya salió en su día para la tercera consola de sobremesa de Sony, quedando así algo desfasado tanto en el aspecto visual como en su apartado técnico. Podría haber hecho uso del panel táctil o de PlayStation Camera, pero lo cierto es que es una adaptación hecha a escala uno a uno.

Gráficamente es un título minimalista que se basa más en la experiencia visual ofrecida al jugador que en ofrecer alardes técnicos. La paleta de colores dominante estará basada en los azules y negros, dejando caer de vez en cuando colores rojizos, amarillentos y verdes. Estamos en el fondo marino, olvidémonos pues de encontrar colores más vivos.

En algunas ocasiones podremos contemplar un pequeño festival de partículas pero nada parecido, por ejemplo, a Resogun. A día de hoy sigue siendo un título de 2007 y eso se nota.

Musicalmente es una experiencia maravillosa. Las melodías son suaves, cálidas e interactúan con nuestros movimientos para conformar músicas totalmente distintas en cada partida. Cada vez que engullimos a otro plancton emitiremos un sonido distinto al anterior que cambiará en cierto modo la música que escuchamos. Cabe destacar la ausencia de voces, música principal o efectos sonoros más allá de lo que hemos comentado.

Jugablemente se queda algo corto. No tiene mucha dificultad y en realidad el juego está realizado para todo tipo de público. No tardaremos más de una hora en completar el juego con los seis organismos, aunque si queremos obtener la totalidad de los trofeos sí nos costará algo más de lo inicial.

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Jugabilidad: 6.5
Gráficos: 6
Sonido: 8
Satisfacción: 7

Análisis

flOw no es más que una manera fácil de añadir contenido para PS4. No es una versión mejorada del juego de PS3, sólo la gente que no pudiese jugarlo en su momento se divertirá con él. Pese a ello, sigue siendo un maravilloso viaje a las profundidades.