Análisis Killzone: Mercenary

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PlayStation Vita recibe uno de sus títulos más importantes, demostrando el potencial que ofrece la portátil
Por José Luis Fernández de Corpa 4 septiembre, 2013

La batalla entre los Helghan y las fuerzas ISA regresa a territorio portátil, aunque en esta ocasión no se trata de un spin-off como el que recibiera PSP en su día con vista cenital, sino que el estudio de Guerrilla ubicado en Cambridge ha trasladado la contundencia de las entregas vistas en Playstation 3 con suma fidelidad y acierto. Sin trampa ni cartón, el motor gráfico que se utilizó en Killzone 3 se ha adaptado a PSVita para un despliegue visual sin precedentes en terreno portátil.

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Parece mentira que la franquicia FPS insignia de Sony esté a punto de cumplir ocho años desde que apareciera en PlayStation 2 allá por el 2005. Desde entonces, con dos entregas más para la sucesora de la sobremesa más vendida de la historia, y una cuarta en camino bautizada como Shadow Fall, que verá la luz con el lanzamiento de PS4, Mercenary llega para paliar las ansias de shooter en primera persona a los poseedores de Vita, máxime cuando las prisas y un estudio poco inspirado como Nihilistic, pinchó en hueso con una deplorable entrega de Call of Duty, así como un modesto Resistance que sólo fue una sombra de la trilogía original.

Con un abultado peso de 3,5 GB más una actualización inicial de 1,2 GB que según reza su descripción sirve para mejorar la estabilidad general y consistencia del juego (nada de qué preocuparse, PS Vita permite hacer la descarga en segundo plano mientras estamos jugando), KZ: Mercenary se sustenta en tres pilares fundamentales: un apartado visual y artístico sobresaliente, inteligencia artificial que ya quisieran la mayoría de FPS que pueblan el mercado de sobremesa, que a su vez se apoya en un diseño de niveles espléndido, y un cuidado multijugador que, si bien se antoja un poco escaso de inicio en cuanto a contenido, mantiene el detalle del modo campaña e integra el desarrollo del personaje con la aventura en solitario.

El cuidado que ha puesto Guerrilla Cambridge en el desarrollo del título que nos ocupa se deja notar desde el inicio, con un menú sobrio pero elegante basado en el visor que Arran Danner, el mercenario protagonista de esta historia, lleva en su antebrazo. Con unos pocos toques en la pantalla táctil entraremos con suma rapidez tanto en el modo campaña como el multijugador, configuración de opciones de juego o la tienda de Blackjak para conseguir equipamiento. El nivel se mantiene con el argumento que se desarrolla en nueve niveles que atesoran sobre una hora de juego cada uno, y que nos contarán la historia de un mercenario cuya ansia de dinero y fama le llevará tanto a aceptar contratos de la ISA como de los helghast, en diferentes marcos temporales ubicados entre las diferentes entregas de la saga. No es nuestra intención destripar el argumento de Mercenary, así que bastará con afirmar que se ha respetado con sumo rigor el rico lore que atesora el universo Killzone.

Entrados en materia gráfica no hay discusión posible, y es que nos encontramos ante el bastión gráfico de PSVita -que además vista la reciente batería de juegos presentada en la última edición de la GamesCom, parece que lo seguirá siendo durante mucho tiempo- cuyo hardware renderiza la imagen a la resolución nativa de la consola (a diferencia de otros exponentes gráficos como Uncharted: Golden Abyss) para una nitidez asombrosa, a la que se le han de sumar diferentes efectos de postprocesado, iluminación y partículas, a treinta imágenes por segundo sólidas como rocas, que no se resienten ni en los momentos de mayor carga gráfica en pantalla.

Pese al entusiasmo con el que alabamos semejante despliegue técnico, es necesario recordar que Vita no es tan potente como PS3, y si bien el entorno no cuenta con un detalle similar a las versiones de su hermana mayor, una vez nos encontramos en el fragor de la batalla las diferencias se difuminan casi por completo. Tampoco encontraremos niveles excesivamente amplios, pero por fortuna queda equilibrado con un diseño de los mismos muy cuidado y, sobretodo, variado, acompañado por un colosal despliegue sonoro -imprescindible jugar con auriculares- en el que las voces, disparos y explosiones se procesan bajo un algoritmo de audio capaz de conseguir un sonido envolvente con la salida estéreo de la consola.

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No es baladí que los amantes del género suelen ser muy críticos con la inteligencia artificial que acostumbran a tener este tipo de juegos, la cual suele ser poco trabajada con los enemigos a batir, y aún peor para los compañeros de equipo NPC. Nada de esto ocurre en Killzone: Mercenary, e incluso en el nivel más sencillo de dificultad comprobaremos cómo la ISA o los Gelghast -dependiendo de quién nos contrate- se posiciona en el escenario con una rapidez pasmosa, tan sólo habrá que fijarse en nuestro radar cuando estemos recargando tras una cobertura, para comprobar cómo nos flanquean de forma organizada aprovechando las particularidades de cada escenario, desde diferentes alturas y distancias, en un despliegue táctico tan natural como efectivo.

Y para enfrentarse a una IA tan loable, nada mejor que una jugabilidad acorde: Las animaciones y movimiento de nuestro personaje, más cercanos a Killzone 2 que a su tercera iteración, se han adaptado a los pequeños sticks, botones y particularidades táctiles con una calidad similar a la de otros apartados, ampliamente configurables en todos sus aspectos (incluso usando los acelerómetros de la consola), tendremos un control perfecto a los quince minutos de partida.

Para completar el apartado jugable, dispondremos de un enorme arsenal armamentístico basado en doce armas primarias a base de fusiles y rifles de todo tipo, doce secundarias entre pistolas, escopetas o lanzacohetes, así como armamento de apoyo denominado VAND-Guard, que aumenta sensiblemente las posibilidades tácticas tanto en combate directo como en sigilo. Súmese un arsenal de granadas y minas de fragmentación, flash, veneno o incendiarias, y un equipo de armaduras a usar dependiendo de si queremos mejor movilidad, más protección, o hacer el menor ruido cuando empleemos el sigilo. Para rematar, Guerrilla ha querido que el título sea extremadamente rejugable, ya que cada misión que superemos desbloqueará contratos que invitan a volver a ellas para lograr diferentes objetivos y batir nuestros tiempos de ejecución.

Para el que probablemente sea el modo al que más horas de vuestro ocio dedicaréis, se han incluido seis mapas para un máximo de ocho contrincantes. Dichos mapas resultan variados tanto en diseño como en ambientación, y van desde zonas llenas de esquinas y escondrijos para fomentar el combate a corta distancia, hasta nidos de águila perfectos para que un francotirador tenga buena caza. Para ello dispondremos de diferentes slots en los que preconfigurar nuestro equipo, como acostumbran este tipo de juegos hoy en día. Si bien seis mapas en inicio nos parecen suficientes, los modos incluidos se nos antojan muy escasos: Todos contra todos, duelo por equipos, y el sensacional modo Warzone, en el que se sucederán diferentes misiones con objetivos variados. No comprendemos cómo no se han incluido indispensables tal que capturar la bandera o rey de la colina.

Aunque sospechamos que dichos modos se incluirán en posteriores DLC de pago, la variedad que ofrece Warzone basta para dedicarle un centenar de horas a los mapas de inicio, gracias a un completo sistema de niveles y un peculiar minijuego de coleccionismo de cartas que dejarán caer los jugadores abatidos: Cada día tendremos una carta propia en función de nuestra habilidad y afinidad de armamento, que junto con las cartas que obtengamos de los caídos permitirá formar palos completos y barajas que se traducen en jugosas recompensas. Un sistema adictivo y bien implementando que aumenta aún más si cabe, la rejugabilidad global.

Guerrilla ha creado un juego de un calibre tal que hasta hace poco nadie era capaz de imaginar que tendría un título para una consola portátil. Es trasladar la experiencia del FPS de sobremesa y PC a una pantalla de cinco pulgadas con unos valores de producción altísimos, con un despliegue técnico sobresaliente, un diseño de niveles perfecto para llevar, y una rejugabilidad garantizada gracias a su IA, concepto y diseño de misiones.

Pocas pegas para Killzone: Mercenary, donde la escasez de modos multijugador y un doblaje al castellano con voces que ya hemos oído en docenas de juegos no empañan un global excelente. Quizás un par de misiones más para el modo campaña también se hubieran agradecido, pero más allá de los puntos negativos estamos ante un producto redondo, completo, variado y de compra obligada para todo poseedor de PSVita.

90
Jugabilidad: 9
Gráficos: 9
Sonido: 9
Satisfacción: 9

Análisis

La mayor superproducción que jamás se haya visto en una consola portátil, gracias a su imponente apartado técnico, cuidada IA así como una cuantitativa y cualitativa jugabilidad, ya sea en solitario como en multijugador.