Análisis Table Mini Golf

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Realidad aumentada, experiencia reducida
Por Pedro Amoraga 7 mayo, 2013

Que actualmente somos víctimas de la tecnología es una verdad cada vez más ineludible. Acceso a servicios online, detectores de movimiento, paneles táctiles… con cada nueva consola una ristra de características y periféricos suelen saltar a la palestra para acercar al público nuevas propuestas u originales formas de reorientar un género hacia un nuevo estilo jugable. Hoy en día cualquier nueva incorporación queda estrictamente vinculada a un gráfico que oscila entre el coste y el posible beneficio directamente relacionado a la aceptación del público.

La relación entre cámaras y dispositivos de ocio electrónico lleva alimentando el mercado desde hace más de un lustro. Pese a que la gran parte del pastel siempre ha recaído en las golosas manos de los teléfonos móviles, la familia PlayStation no ha cejado en su empeño de hacer que parte de estos potenciales ingresos recayeran en su parcela de entretenimiento. Eye Toy fue la primera piedra de un edificio que más tarde se ampliaría con Go! Cam en PlayStation Portable y posteriormente con PlayStation Eye en la tercera consola de sobremesa de Sony.

Llegados a este punto y con el bagaje acumulado a lo largo de los años, no es de extrañar que PlayStation Vita fundamente parte de su catálogo en explotar parte de estas funciones. La realidad aumentada está de moda y hasta la fecha ha hecho acto de presencia de forma secundaria en multitud de títulos, dibujándose a su vez como una alternativa digna y original en la que pequeños estudios pueden dar el do de pecho con títulos de corte sencillo y precio reducido.

Desarrollado por Four Door Lemon Ltd, equipo que ya nos obsequió con Table Soccer o Table Ice Hockey en la pequeña de la casa, Table Mini Golf es la última de sus propuestas basada en esta peculiar funcionalidad.

Antes de coger los palos y saltar al green, el juego nos guiará por un breve recorrido en el que se nos darán unos consejos básicos para sacar el máximo partido a sus funciones.
Una habitación bien iluminada, suficiente espacio para poder desplazarnos y por supuesto las tarjetas AR para poder delimitar el campo. Al igual que sus precursores, Table Mini Golf aprovecha la simbología presente en éstas para localizar una serie de puntos fijos en el espacio sobre los que construir la superficie de juego.

Una vez situada la baraja sobre la mesa, únicamente deberemos enfocar la cámara hacia ella y PlayStation Vita emplazará el eje central utilizando la posición de las cartas como referencia, generando ipso-facto los límites del escenario y el texturizado que recubre el terreno

Nuestro espacio e inventiva trazarán así el fondo de cada escenario, convirtiendo cualquier lugar a nuestra disposición que cumpla las características necesarias en un firme candidato a servir como horizonte de juego. Mientras no perdamos de vista el dibujo de las tarjetas AR, podremos desplazarnos físicamente a su alrededor, alejarnos o acercarnos logrando todo tipo de perspectivas desde las que obtener el mayor rendimiento visual posible, dejando vista libre en el recorrido hacia el hoyo o bien preparando el panorama más original que combine el entramado de juego con la realidad.

Más allá de la curiosidad inicial, estos elementos no tardarán en tornarse un problema. El hecho de requerir cumplir unos requisitos mínimos limitará la portabilidad y uso de Table Mini Golf, pues si no disponemos de las tarjetas, la suficiente luz ambiental o una zona plana sobre la que disponer el conjunto será imposible iniciar una partida en condiciones. Estas imposiciones se verán magnificadas ante el hecho de que el tablero nos obligará a mantenernos firmes mientras lo enfocamos en todo momento, algo que a la larga atacará a la ergonomía del título pues continuamente deberemos mantener posturas antinaturales para lograr un encuadre decente desde el que ejecutar nuestro swing.

Una vez hechos a la cámara la mecánica de juego será sencilla. Four Door Lemon Ltd. centra su propuesta en unas directrices puramente arcades, decantándose por un control lo más asequible posible –dirección de golpeo y potencia- que entregue todo el protagonismo a la interacción con los elementos diseminados a lo largo y ancho del escenario.

Los distintos campos disponibles albergarán todo tipo de desniveles y objetos secundarios que modificarán la trazada de nuestra bola. Manos de zombie, tentáculos o cañones que lanzarán la pelota a otras zonas del escenario, objetos que desviarán la trayectoria si son golpeados o los clásicos obstáculos que tomando la forma de molinos, guillotinas, puertas y demás cachivaches serán algunos de los entes que intentarán interponerse entre nuestros mejores golpes y el chip-in.

Interactuar con estos elementos nos bonificará con puntos extras y multiplicadores que valorarán nuestro estilo de juego al finalizar un putt. Atacar el par, no obstante, no supondrá un mayor problema. A excepción de unos pocos escenarios, la mayoría de niveles ofrecerá una perspectiva clara de cómo alcanzar rápidamente la bandera, siendo además relativamente habitual lograr un “hoyo en uno” sin excesiva dificultad. Con una simple ojeada bastará para darnos cuenta que los pocos niveles que contienen rutas alternativas no muestran ningún tipo de balance lógico, siendo bastante obvio que el resto de caminos además de resultar impracticables supondrán un total de golpes excesivo en nuestra tarjeta.

En este aspecto el diseño de los recorridos no muestra un cuidado acorde a lo esperado. Nos toparemos con una curva de dificultad que oscilará notoriamente una y otra vez junto a un par mal ajustado por norma general o una serie de desafíos demasiado aleatorios nos dejarán la sensación de que no existe orden o concierto. Podemos enfrentarnos a un duplo de niveles moderadamente exigentes para ver como en los siguientes obtenemos eagles sin ningún tipo esfuerzo, situación que se repetirá en los desafíos que tan pronto nos pedirán lograr un golpe perfecto como lanzar la bola contra un trozo de atrezo cualquiera recompensándonos con una y tres estrellas respectivamente.

El modo libre de Table Mini Golf se torna quebradizo en nuestras manos, sencillo y monótono, sin esa chispa especial de otros títulos de corte similar que logran darnos los suficientes motivos como para pasarnos horas y horas puliendo nuestras habilidades. En ningún momento encontraremos trazas de evolución, ni en el juego ni en nuestro estilo.

Realmente el título de Four Door Lemon Ltd. encuentra su máximo exponente en su vertiente multijugador. Lejos de proponer un modo online con el que enfrentarnos a jugadores de todo el mundo, la presencia de esta función queda restringida únicamente al modo libre y para un máximo de cuatro jugadores que deberán compartir consola pasándola de mano en mano. Esta modalidad, pese a continuar adoleciendo de los mismos defectos encontrará un plus en el hecho de disfrutar del juego en compañía, resultando ameno para el grupo y fomentando piques a la hora de obtener las mejores puntuaciones en cada nivel sin quedar fuera del par.
[Break= Gráficos, sonido y conclusiones]

Posiblemente el apartado visual de Table Mini Golf sea uno de los aspectos más controvertidos debido a su relación calidad/precio. Four Door Lemon Ltd. logra imprimir a su título una apariencia simple pero agradable, basándose en un acabado de fantasía que se bifurcará a través de dos zonas temáticas diferenciadas –más una tercera de pago-. Mientras que “Horror” albergará un estilo oscuro dirigido principalmente por una serie de elementos de ultratumba relacionados con las clásicas películas de terror, “Pirata” tomará la bucanería como punto de referencia mostrando un aspecto más caribeño plagado de cofres del tesoro, cañones, barcos y palmeras.

Ambas ambientaciones denotarán no obstante un serio problema de reiteración de objetos. Un único árbol, una sola caja, el mismo barril para todos los escenarios… aproximadamente una docena de elementos distintos representan cada universo, repitiéndose una y otra vez en la totalidad de escenarios disponibles. Pese a ser comprensible debido a los presupuestos manejados, no dejaremos de echar de menos algo más de variedad en este aspecto pues continuamente nos toparemos con las mismas piezas de atrezo esparcidas en diferentes posiciones.

La impresión inicial será lo mejor del apartado visual y artístico en ambas secciones pues más allá sólo encontraremos una selección de escenarios monotemáticos y terriblemente semejantes entre sí.

Al igual que en su vertiente visual, el acompañamiento sonoro pasa de puntillas con el único fin de cumplir su cometido ofreciendo unos pocos efectos y melodías directamente relacionados con la atmósfera de cada área.

Más allá de la opertura inicial del menú y la típica fanfarria al completar un nivel, un único tema musical acompañará a cada zona temática, ofreciendo un ligero toque ambiental de fondo pero siempre desde un segundo plano que entrega pleno protagonismo a los objetos del escenario. Claqueteos, gruñidos o explosiones serán inherentes a cualquiera de ellos, demostrando un acabado satisfactorio en general pero resultando especialmente molestos aquellos relacionados con objetos de movilidad continua que no cesarán de emitir chirridos, golpes y ruidos hasta que completemos el hoyo.

Parco en modos de juego, difuso en su concepción y errático en el diseño de niveles y desafíos. El hecho de estar ante un título de bajo presupuesto justifica en parte las limitaciones adjuntas a su desarrollo, pero lo cierto es que tras unas cuantas partidas observaremos cómo las carencias vienen más dadas por un planteamiento excesivamente conservador que intenta engatusar al consumidor más por el hecho de basarse en la realidad aumentada que por su propio contenido.

La falta de estima de Four Door Lemon Ltd. hacia su obra deja a Table Mini Golf como un título huérfano y sin cariño, llegando incluso a mutilar parte de su contenido para venderlo mediante DLC. En definitiva, una apuesta menor que pasará por el catálogo de PlayStation Vita sin pena ni gloria.

Lo mejor:

  • Sencillo y directo, adaptado para cualquier tipo de público.
  • Su precio reducido y los pocos títulos de minigolf disponibles en el mercado lo convierten en una alternativa interesante para aquellos que sientan curiosidad por el género.
  • Pese a todo es de agradecer que se siga apostando por la realidad aumentada.

Lo peor:

  • Su planteamiento, excesivamente simplón, poco variado y conservador a todos los niveles difícilmente logrará conquistarnos.
  • Diseño de hoyos y desafíos poco cuidados y especialmente aleatorios con una curva de dificultad inexistente que termina por arrastrarlo hacia la monotonía.
  • Un modo multijugador más trabajado y sobretodo online habría sido todo un acierto.

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Jugabilidad: 4.75
Gráficos: 6
Sonido: 6
Satisfacción: 5

Análisis

Four Door Lemon Ltd. nos ofrece un título de minigolf desenfadado y asequible que ondea la bandera de la realidad aumentada como uno de sus principales atractivos. Su apariencia, sencilla, directa y resultona, demuestra más a simple vista de lo que luego encontraremos al profundizar, siendo el producto final un juego poco original y carente de mimo que dejará la sensación de que una vez se ha raspado la superficie no queda mucho de valor en su interior.